El chapil es uno de los secretos mejor guardados de la región alta andina de Nariño, un licor artesanal de caña que refleja la esencia campesina e indígena de municipios como Ricaurte y Mallama. Con más de 50 años de tradición, este aguardiente de baja graduación (aprox. 22% alc.) se ha convertido en parte fundamental de la identidad cultural nariñense.
Su elaboración comienza con el jugo fresco de caña, que se fermenta y destila cuidadosamente en alambiques rústicos. A menudo, los productores lo aromatizan con limón, cáscara de naranja o frutas locales, otorgándole un sabor fresco y particular. Cada familia mantiene su técnica heredada, añadiendo ingredientes como manzana, uva o limón al proceso de fermentación para crear versiones únicas que llenan de color y aroma este licor tradicional.
El chapil no es solo una bebida, es una experiencia comunitaria. Se disfruta en reuniones familiares, fiestas locales y celebraciones patronales, donde simboliza hospitalidad y unión. En la Fiesta Patronal del Pendón, por ejemplo, los indígenas Awá lo comparten junto a la chicha, reafirmando su carácter festivo y espiritual dentro de la vida colectiva.
Degustar un vaso de chapil en Nariño es conectarse con la tradición andina, con la creatividad de sus comunidades y con la calidez de una bebida que guarda en cada sorbo la memoria y el sabor de los pueblos de montaña.