La chicha es una de las bebidas más antiguas y representativas de los Andes, un legado indígena que en Nariño se mantiene vivo como símbolo de identidad y tradición. Elaborada principalmente a base de maíz, aunque en ocasiones también con quinua o arroz, la chicha combina sencillez y mística en cada sorbo.
La receta tradicional nariñense inicia con el maíz cocido y endulzado con panela, que se deja fermentar de manera natural durante 3 a 5 días hasta alcanzar un sabor ligeramente ácido y una suave efervescencia que la hace refrescante y única. En tiempos ancestrales existía incluso la chicha mascada, en la que los granos eran masticados para activar la fermentación, aunque hoy predomina el método de cocción y remojo, más común en las comunidades actuales.
Más que una bebida, la chicha es una ofrenda social y espiritual. En pueblos como Pasto, Cumbal o Guachucal, acompaña rituales agrícolas, bautizos, matrimonios e incluso momentos de duelo, reafirmando su papel como bebida sagrada que jamás debe rechazarse si se ofrece.
Su presencia es infaltable en las festividades más importantes, como el Carnaval de Negros y Blancos, la Semana Santa o las fiestas patronales rurales, donde se comparte como símbolo de unión comunitaria.
Beber chicha en Nariño no es solo disfrutar de una bebida fermentada: es participar en un ritual ancestral que conecta con la tierra, con la historia y con la memoria viva de los pueblos andinos.