Los dulces tradicionales de Nariño son verdaderas joyas de la repostería artesanal andina, capaces de despertar recuerdos, sonrisas y sabores que han acompañado a generaciones enteras. Entre ellos destaca la melcocha, un turrón elástico de panela que se ha convertido en símbolo de municipios como Sandoná y La Unión.
Su preparación conserva la esencia de la tradición: se cocina la panela molida hasta obtener un almíbar espeso, que luego, al enfriar, se bate con energía hasta transformarse en una masa clara y brillante. Se mezcla con maní tostado (ingrediente infaltable) y se estira en largas tiras antes de cortar en porciones masticables. El resultado es un dulce auténtico, que representa la identidad de Sandoná, conocida como la “Ciudad Dulce de Colombia”, donde familias enteras mantienen viva esta herencia gastronómica transmitida de generación en generación.
Otro tesoro son las colaciones de azúcar, pequeños bombones de caramelo batido y perfumado con anís que suelen acompañar las novenas navideñas, matrimonios y celebraciones familiares. Con una capa crujiente por fuera y un interior que se deshace suavemente, estas golosinas conquistan con su aroma característico a anís y su delicada textura. Su elaboración artesanal exige paciencia y maestría, batiendo el azúcar fundido con agua de anís hasta alcanzar el punto perfecto.
Tanto las melcochas como las colaciones son un deleite que se disfruta durante todo el año, especialmente en ferias, mercados campesinos y festividades religiosas, donde se convierten en un emblema de la dulzura nariñense que endulza la vida comunitaria y atrae a quienes buscan sabores auténticos.