En las tierras templadas de Nariño, la ganadería lechera no solo sostiene la economía campesina, también da vida a una de las tradiciones gastronómicas más queridas del departamento. Con una producción cercana a un millón de litros de leche al día, de los cuales el 85% proviene de pequeñas fincas familiares de menos de cinco hectáreas, este oficio refleja el arraigo y el esfuerzo de miles de familias rurales.
De esta riqueza nacen los lácteos artesanales nariñenses, elaborados con técnicas transmitidas de generación en generación: el queso fresco campesino, la cuajada suave y cremosa, el quesillo hilado y la mantequilla casera que acompañan la mesa diaria. Estos productos no son solo alimentos: son el alma de la cocina local. El queso fresco sobre un choclo tierno, la cuajada bañada en miel, o el quesillo incorporado en sopas y empanadas, son sabores que evocan hogar y tradición en cada bocado.
Aunque el queso nariñense no siempre aparece como un plato principal, es un ingrediente emblemático, presente tanto en la vida cotidiana como en las festividades locales. Su importancia se celebra en ferias ganaderas, concursos de quesos y eventos gastronómicos, donde se reconoce a los derivados lácteos como parte del patrimonio rural y cultural del departamento.
Disfrutar de los lácteos de Nariño es saborear la frescura del campo andino, donde cada producto refleja el trabajo campesino y la autenticidad de una región orgullosa de su tradición lechera.